En torno a la Séptima Edición
de la Feria del Libro Independiente y Alternativo
por Gamelyn Felipe Oduardo Sierra
No sé cómo lo hice, dado al maltrato al que me sometí la noche anterior en el Release Party del disco nuevo de Alegría Rampante, pero desperté azorao el domingo a mi compromiso con la Séptima Edición de Feria del Libro Independiente y Alternativo de Puerto Rico. Esta vez, la Feria se llevaría a cabo en el contexto de las Fiestas de la Calle Loíza. Me proponía a participar con mi mesa de artesanías y vendiendo algunos ejemplares de mi poemario Encandilar. Conseguí un parking privilegiado, casi en la esquina de la Calle Pomarrosa con la Calle Loíza. Con las gafas, la gorra, y mi jersey de los Cangrejeros de Santurce, me bajé de la guagua y pensé: “Vamos pal mambo”.
Lo primero que se hace al llegar a una feria es buscar a la persona encargada de la organización. En este caso, se trataba de Nicole Cecilia Delgado, poeta, gestora cultural y cofundadora de la editorial independiente- Atarraya Cartonera. Nicole esperaba a que la compañía subcontratada para proveer las carpas terminara su montaje para que un grupo bastante heterogéneo de editoriales independientes, artesanos y artistas plásticos se ubicara. Me alegré al saber que no estaría bajo una carpa que dijera “San Juan- Ciudad Patria”. Las tendencias anarquistas de Nicole le alejan de los organizadores tradicionales de las Ferias en Puerto Rico. No vi un croquis con los espacios reservados para los artistas, artesanos y libreros. La organización de los espacios se dio de manera orgánica- por orden de llegada y por acuerdo entre las partes.
Legislé para poner mi mesa al lado de un artista plástico queridísimo y ultra talentoso, Karlo Andrei Ibarra, quien llevaba sus serigrafías de alto contenido político, en papel e impresas en camisas. Sin prisa pero sin pausa, le metí a mi montaje. Saqué las billeteras, los llaveros, los accesorios y las carteras con que he recorrido la isla como artesano durante los últimos diez años. Saqué una decena de copias de mi poemario, publicado a finales de 2014. Llevé unas bocinas. Para vacilar con Karlo, puse un Cd de los Muñequitos de Matanzas. Al rato todo el corillo estaba bailando la rumba cubana y cantando los coros. Mientras tanto, un desfile de gente bella y talentosa se hacía espacio entre las carpas para exponer su arte.
Del mundo del libro expusieron tanto escritores y escritoras en su carácter individual, así como varios proyectos editoriales independientes. No podía faltar, entre otros y otras, Tina Casanova con sus novelas históricas Sambirón y Paloma en Vuelo; frente a mi mesta estaba Ivette Rivera Morales con su poemario, El Exorcismo de tu piel. Representando el mundo de las editoriales independientes expusieron, entre otras, Trabalis y Ediciones Aguadulce de Zayra Taranto y Cindy Jiménez-Vera; MESA Editorial, de Alejandro Medina Colón y por supuesto Atarraya Cartonera. En cuanto a las letras, había libros artesanales, libretas y hasta poemas por encargo, escritos a maquinilla por Carolina Martínez.
Del ambiente de la artesanía y el diseño estábamos, entre otros, el Taller Re-evolución y Pícalo Pitirre. Mi pompiaera subió a niveles inéditos cuando llegó mi hermanita Karla Claudio-Betancourt, con sus dibujos y su arte, que he tenido el privilegio de ver en pleno desarrollo desde nuestras tardes de cortar stencils en la escuela superior para dejar nuestra marca por la ciudad una vez caído el sol. Tan pronto cambié la rumba y puse el Cd nuevo de Alegría Rampante, Ariadna González, quien llevaba accesorios y gráficas de insectos, empezó a bailar, a cantar y a mover su pelo azul. El mercado estaba montao.
Bajo el sol del medio día, se podía decir que había gentecita. Después de un sancocho de La Pollera, una Medalla muy fría cortesía de Karlo y una botella de agua que Lío Villahermosa compartió con nosotros, estábamos vacilando. Yo creo que hasta un shot de pitorro apareció. El ambiente era familiar, de comunidad y el desfile de gente linda seguía.
Para mis estándares, ya la Feria había cumplido con su objetivo de celebrar la bibliodiversidad y la heterogeneidad de nuestro ecosistema cultural, cuando tiraron una extensión de uno de los negocios del lao de la calle y conectaron un amplificador. Apagué mi música. Por esa plataforma pasó Mara Pastor, una de mis poetas favoritas, desde que un buen amigo me regaló mi copia de Alabalacera. Declamaron varios poetas pertenecientes a la Liga de Poetas del Sur, declamó Ivette, declamó Alejandro y varios más. Hasta Tina Casanova narró uno de sus cuentos de niños. De pronto Shanti Lalita conectó su cello al amplificador, y wow. Le siguió el guitarrista Esteban Groennou. Al caer el sol, conectamos un multi-plug a la extensión del negocio y se hizo la luz. Abrazos, conversaciones, recuerdos, sonrisas y chulerías. Estaba vendiendo afuego. Vendí e intercambié mi libro. Vacilé, y vacilé....... y vacilamos.
